TIERMES

desp. en la provincia de Soria, partido judicial del Burgo, término jurisd. de Carrascosa de Arriba vénse en este desp. vestigios de murallas v restos de edificios que denotan haber existido alli una considerable pobL. Poco parece significar esto al pronto recorriendo un país, que todo él no es otra cosa que un portentoso museo de antigüedades; pero coloqúese el observador sobre estas rumas , y consulte á la historia ¿qué c es laque yace sepultada en ellas? ¿Cuál fue su origen? ¿Cuáles sus vicisitudes? ¿Cuál su catástrofe definitiva? Livio , Floro . Apiano, Tácito, etciudad, se agolparán á referirle cuan venerados son estos restos, que grandes recuerdos los santifican; y como apenas hay sitio donde mejor pueda adorarse al genio» patrio. No aparecen mármo les que atestigüen la mansión fastuosa de las varias dominaciones sufridas, que lucieron labrar monumeutos á la esclavitud.

Era la ciudad indígena , la ciudad del celtibero indomable que asoma aun por los collados vecinos, dirigiendo sus ganados, y que, apocándose en su cayado, taciturno y sombrío, manifiesta no querer sobrevivir á su independencia.

Aqui fue la celebérrima Termes ó mas bien lermuntia como en Apiano, nombre peculiar del pais poco distinto del que aun conserva su solar, de origen celtíbero como la ciudad misma.

¿Qué nombre mas insigne que este, asociado á los de Numancia y Segeda , babiendo sido un mismo numen el de las tras ciudades, no obstante ser aquellas de la parcialidad celtíbera, pelendoua y cita arévaca?

Hallábase en una posición fuerte como todas las ciudades primitivas.- ocupaba solo la elevación consagrada últimamente por la piedad cristiana, con una ermita á Ntra.

Sra. de Tierines. Era ciudad grande, pero ha de entenderse nada mas por sus dependencias ó suburbios. Desde luego se distinguió por su aversión al yugo romano, que fue el primero en amagar á estas regiones del interior. Sostuvo con el mayor empeño las guerras viriáticas hasta su término, y ni est e , ni el terrible desastre de Numancia, después de tantos años de heroica resistencia, bastaron á obligarla á sacrificar su independencia al vencedor. Aun tuvo que enviar Roma sobre ella al cónsul Tito DidiO con un formidable ejército.

Entonces no la fue posible ya resistir toda la acción romana pesaba unida ¿obré ella,» y hubo de capitular, bajo la triste condición de abandonar su situación fuerte y e s tablecerse en terreno llano , indefenso y sin morullas (Apiano) no se ocultaba al romano que habia triunfado de la fuerza; mas no del carácter iudomableé independientebien ostensible lo hicieron el valor y arrojo con que un bravo termestino dio la muerte al codicioso pisón, vengando sus estorsiones; la coustante serenidad con que aguantó los tormentos avisando á sus compañeros que asistiesen á su suplicio seguro de que no lo habia de descubrir ni con la vista; y el’ esfuerzo con que , desprendiéndose de los que le conducian á é l , se aplastó la cabeza contra un peñasco (Tácito).

. Pero, ¿bastó esta disposición para afianzar la sumisión de Termancia á Roma? Apenas respiró otra vez el numen nacional con la guerra sertoriana , que esta ciudad tan deprimida, sacudió valerosamente el yugo, empuñó de nuevo las armas en defensa de ia libertad indígena, cuya causa estaba identificada con la de aquel célebre proscripto romano ; y* no las depuso ni quiso capitular con Roma ni aun después de asesinado Sertorio, mientras hubo el mas débil asomo de esperanza en la resistencia (Floro). Desde aquella época calla la historia respecto de esta ciudad gloriosa, traida por la fuerza del destino á correr la suerte común del pais. Plinio y Ptolomeo hicieron mención de ella siendo romana, en la región arévaca, como queda dicho; el primero Ja contó entre las asignadas en lo civil y contencioso al convento jurídico de Clunia. Sin duda subsistió hasta que las sangrientas y asoladoras guerras de musulmanes y cristianos pararon en despoblar esta parte de la Península , donde por largo tiempo existió el lim. mas combatido de ambos pueblos, y no hubo de ser restaurada como otras población á las que cupo mejor suerte nada vuelve á saberse de la célebre Termancia , ni nos queda otra cosa de ella que estos interesantes recuerdos y aquellos déhiles vestigios que aun no ha podido arrevatar de su solar el tiempo.